sábado, 7 de febrero de 2015

Un problema visceral (S.A.A.)

SEMINARI D'ANÀLISI DE L'ACTUALITAT

Cuando el pasado 9 de agosto se produjo el asesinato del joven negro Michael Brown a manos de un policía en Ferguson (Estados Unidos), parecían escucharse los ecos de aquel domingo sangriento en marzo de 1965 en Selma (Alabama), en plena lucha por los derechos civiles, cuando policías cargaban con gases lacrimógenos contra la minoría negra que pedía justicia a gritos.

Las muertes de Eric Garner en Nueva York y de Rumain Brisbon en Arizona son, como la de Brown, las puntas del iceberg del racismo que a lo largo de pasado verano de 2014 salieron a la superficie.

Hoy es siete de febrero de 2015 y parece que hayan pasado siglos desde que los medios se hacían eco de los disturbios en Ferguson. En este contexto de desconocimiento, El País publicaba el 16 de enero una crónica [1] sobre el estreno ese mismo mes de Selma, el filme de Ava DuVernay que retrata la lucha de Martin Luther King y concretamente la Marcha de Selma a Montgomery y la firma de la Ley del Derecho al Voto.

Dicha crónica servía a El País para dar voz al actor principal, David Olewoyo, diciendo que ahora “se necesita una autoridad independiente que vigile a la policía”. Con un subtítulo que dice alto y claro que Estados Unidos está de nuevo rodeado por conflictos raciales, la única referencia a éstos se encuentra en el cuerpo del texto y menciona la denuncia de identificaciones adicionales “como la reinvención de ese trato discriminatorio.”

Se trata de la documentación adicional necesaria para ejercer el derecho al voto. Derecho que se hizo universal en 1965 con la Ley que firmó el presidente Johnson y que a día de hoy continúa siendo foco de desigualdad racial.

Precisamente este punto trataba el reportaje de Radio Francia Internacional del 28 de agosto de 2014, en que Silvia Chocarro hacía una retrospectiva a la historia de la lucha por los derechos civiles y acababa tratando los ecos de la segregación en EE.UU. a día de hoy. Yokata Eadi, de la National Association for the Advancement of Colored People, explicaba con más claridad lo que El País deja caer con pinceladas.

Según ella, la Ley de Derecho al Voto daba potestad al Gobierno federal para anular medidas restrictivas adicionales para el voto negro. Ahora bien, recientemente se ha visto un retroceso y en 2013 una decisión de la Corte Suprema congeló la capacidad del Gobierno de paralizar medidas discriminatorias. Así, la aplicación de la Ley de Derecho al Voto ha dado pie a la instauración de sistemas adicionales de identificación o a mover los centros de voto de barrios afroamericanos y latinos.

Teniendo en cuenta estos precedentes, no puede menos que sorprender que en medios de comunicación con vocación de globalidad haya desaparecido así un problema tan visceral como lo ha sido la segregación racial en Estados Unidos. De hecho, partiendo del trato que estos medios (ahora me fijo en los españoles) hacen de Estados Unidos, y teniendo en cuenta el contexto pre-electoral y la voluntad de Obama de luchar contra la desigualdad, ¿no resulta un tanto incoherente que sólo se trate esa desigualdad en términos económicos?




[1] Un puente de Selma a Ferguson, Cristina F. Pereda. Edición impresa.



Nuria Ribas Costa

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