domingo, 5 de abril de 2015

Woody Guthrie está en la tierra

“Van a sacar un libro así que me pidieron que escribiera algo sobre Woody… Eh… Qué significa Woody Guthrie para ti, en veinticinco palabras… Y… No pude hacerlo, escribí cinco páginas. Y… Lo tengo aquí, es… Lo tengo aquí… por accidente de hecho, pero… Me gustaría decirlo en voz alta así que… Si podéis aguantar con esto de aquí, se llama Last Thoughts on Woody Guthrie (Últimos pensamientos sobre Woody Guthrie) Eh…”

Arranca inmediatamente después del “eh”, casi sin dejar espacio para coger aire. Era un 12  de abril de 1963 y el Town Hall de Nueva York estaba lleno. Lleno a rebosar y cuando Bob Dylan empezó a recitar el poema que sólo leería en público aquella vez, parecía que la sala estuviera repleta de estatuas y no de personas que respiraban.

No sería hasta el marzo de 1991, cuando Columbia Records sacó a la luz The Bootleg Series Volumes 1-2 (Rare and Unreleased), que volverían a poder escucharse aquellas cinco hojas del Town Hall de Nueva York.  El álbum era una caja recopilatorio de canciones inéditas y tomas alternativas que pretendían hacer un esbozo de los primeros treinta años de la carrera musical de Bob Dylan. Cincuenta y ocho temas entre descartes, directos, demos… que acarician los oídos de cualquier fan de Dylan que se precie.

Pero se incluía una rareza concreta. Particularmente especial. Una pieza de siete minutos y siete segundos, en el número veintidós del primer disco de las Bootleg.

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Woody Guthrie nació en Oklahoma, un caluroso verano de 1912. Inquieto, talentoso, empático, impulsivo. Delgado y suspicaz, se aferró a la música y a su guitarra para atacar con sus desgarradoras palabras el fascismo y la explotación. De él es el papel pegado en la guitarra “This machine kills fascists” (esta máquina mata fascistas). En sus letras, su cercanía a la gente común, su retrato de la lucha diaria, su capacidad de alzar la voz codo con codo con los oprimidos.

Errante y un tanto incomprensible, el cantautor de folk se movió por Norteamérica azotado por varios acontecimientos personales. Se empapó de indignación y esta, aderezada con la espectacular sensibilidad del prolífico músico, dio lugar a muchas canciones cargadas de sentimiento y lucha. La letra de This Land is Your Land, tema que lo hizo mundialmente famoso, es la respuesta a la que él consideraba imposible y odiosa God Bless America, de Irving Berlin. Se grabó en 1944. La canción ensalza la grandeza de la tierra y la desvincula de la propiedad; la dibuja de todos y para todos: “this land was made for you and me”.

En su única y sublime novela, Una casa de tierra, Woody Guthrie mantiene esta tierra como eje vertebrador. La tierra que sostiene las casas, pero también la tierra que serviría de material para construir hogares resistentes a las aterradoras tormentas de arena del medio oeste americano. Guthrie dibuja, con una sensibilidad que sólo puede beber de su propia experiencia, la lucha del día a día de Ella y Tike. Su amor, carnal, mental, universalmente extrapolable. Los deseos y las aspiraciones frustradas y la luz, en forma de librito de instrucciones y en forma de bebé.

Allá por los 40, la salud de Guthrie fue empeorando. De Coney Island pasó a California, para acabar de nuevo en Nueva York, dónde se le diagnostica la Enfermedad de Huntington.

Antes de morir Guthrie, Bob Dylan, que ya se había consolidado como cantautor y seguía sus pasos, fue periódicamente a visitarlo a Nueva York. Dicen algunas voces que Bob Dylan se llevaba su guitarra al hospital. Dicen que le tocaba, le cantaba, le hablaba. Y dicen que Woody dijo “This kid’s the kid. You’ll see, you’ll see…” Probablemente nada de esto sea cierto, pero la esencia sí lo es. Dylan admiraba, adoraba a Guthrie; y éste vió en él un alma inquieta, una promesa, un diamante en bruto.

Para él escribió Dylan Song to Woody en su álbum debut Bob Dylan (1962) y a él dedicó las cinco páginas de Last Thoughts on Woody Guthrie, que interpretaría una sola vez en la ciudad donde cuatro años después moriría “su último héroe”.

Por eso se entiende que se entrecorte cuando presenta. Que deje pausas y puntos suspensivos. Y luego, cuando habla, no se oiga en la sala más que el aire  que sale de los pulmones de Dylan, sosteniendo sus palabras de amor.

El poema es una pieza larga y complicada, podría estructurarse quizá de manera aventurada en cinco partes, pero probablemente fuese escrita de un tirón y sin pensar. Dejando Dylan que su corazón escupiera.

Anáforas, repeticiones, frases cortas, tajantes, rimas liosas, mezcladas asonantes  y consonantes y juegos con el ritmo. Dylan recita con un patrón, dándole el acento casi siempre a la tercera frase. Canta sin música porque sus palabras están cantando.

Primera parte. Desesperación. Todo va mal, el monopolio de la tormenta, los temblores, el sudor, los párpados caídos, los pies arrastrándose, el caminar en dirección contraria. ¿Desencanto?

I never knew it was gonna be this way

Segunda parte. Pero hay algo, hay algo… La mente. Hay algo en la cabeza, algo que quieres confesar, algo que no sale, palabras que no puedes pronunciar. Entonces aparecen los interrogantes. Dudas de ti mismo, de la misión que te has autoimpuesto, de la lucha en que te has enzarzado, del viaje.

And yer eyes get swimmy from the tears in yer head

Tercera parte. Necesitas algo. Algo que te dé esperanza. La buscas. Pero cuidado, no está en el mundo de a pie, en lo palpable. No está la esperanza en un mapa, en un niño gordo, en Hollywood.

You just ain’t a-gonna find it on yer ticket stub
No, and it ain’t in the rumors people’re tellin’ you

Cuarta parte. Tampoco está en las personas que te rodean. En los talentosos, en los inútiles, en los mentirosos. Frustración. No la encuentras. No la encuentras. Dudas de su existencia verdadera.

Good God Almighty
THAT STUFF AIN’T REAL

Pero sabes que sí lo es. Pero dónde lo buscas, te preguntas.

You gotta look some other place

¿Qué otro lugar, qué otro lugar?

And you can only walk two kinds of roads

Quinta parte. Lo ves. Lo entiendes. Dos caminos. Dos ventanas. Dos elecciones. Una iglesia o el Brooklin State Hospital.

You'll find God in the church of your choice
You'll find Woody Guthrie in Brooklyn State Hospital
And though it's only my opinion
I may be right or wrong
You'll find them both
In the Grand Canyon
At sundown

Woody Guthrie escribía sobre la tierra y para la tierra. La belleza está en la tierra. La verdad está en la tierra. La eternidad está en la tierra. La tierra la última heroína.

Para Bob Dylan, Woody Guthrie está en la tierra.





Nuria Ribas Costa


Artículo publicado originalmente en Negratinta: http://negratinta.com/woody-guthrie-esta-en-la-tierra/ 

Alice in Wonderslam, o el deliri de la poesia recitada

A mig camí entre un recital i una competició, el segon Gran Slam Barcelona, una iniciativa del Poetry Slam Barcelona amb vocació internacional, portava aquest divendres 20 de març els grans slammers del moment. Des d’Hongria, Portugal, Argentina i d’altres, un total de vuit participants van protagonitzar aquest homenatge a Alícia al País de les Meravelles en forma de poesia recitada; en el marc de la vuitena edició del Festival Kosmopolis de Literatura. 

Barcelona ploriqueja la primera nit de primavera de l’any. El terra està mullat encara i de tant en quant alguna gota es precipita des del cel negre i encapotat. Al pati del Centre de Cultura Contemporània de Barcelona hi ha molta gent. Tothom pregunta el mateix:

-Pel Poetry Slam?
-A sota, al hall.

El hall del CCCB és un espai ampli, de sostre alt i gris formigó decorat amb entramats de cables de llum i ventilació. Al fons hi ha un escenari i unes cortines vermelles, obertes. Un faristol ample i cúbic, a l’esquerra, és presidit per Dive Dibosso, disc-jockey nominat als Premis Grammy, que ja juga amb la seva taula de mescles.

La gent va entrant. Hi ha moltes cadires plenes. De fet, quasi no queda lloc. Al fons, cortines negres separen el pati de butaques improvisat dels mostradors i els venedors de samarretes.

Seiem.

Payaso Manchego puja a l’escenari, davant del micròfon que es troba just al mig. Amb un estil animat, resolt, ràpid, amenitza els minuts previs a la baixada de llum. Es nota que és un veterà de l’escenari i dels Slams.

Llavors, 6 en Raya. Dante Alarido, Esteve Bosch i Mag Márquez pugen a l’escenari. I apareix. Entre les seves paraules, entre els seus gestos, en el dibuix que teixeixen a cada coma, a cada accent, apareix ella: Alícia.

“No más orugas azules,
no más rosas desteñidas”

És el cent-cinquanta aniversari d’aquella nena rossa, vestida de blau, adormida sota un arbre. És el cent-cinquanta aniversari d’aquella història de deliri i màgia en forma de conills blancs i reines de cors, i els tres integrants del col·lectiu que fa “poesia a tirs”, com ells diuen, disparen imatges que desperten ecos del món meravellós d’Alícia i Lewis Carroll.

Extremistas. Extremistas. Extremistas.

Canvis de ritme, de to, de registre. Moviments nerviosos. Impulsius. I, de cop, aplaudiments ensordidors.

Alícia ja està adormida. Comença el Gran Slam Barcelona.

La presentació de 6 en Raya ha estat el tret de sortida per un Slam marcat pel deliri i la imaginació desenfrenada de la obra mestra de Lewis Carroll. Totes les obres recitades han d’estar relacionades amb la obra, però la manera és, evidentment, lliure.

Comença Diego Esteban Mattaruco, i amb el seu accent argentí tenyeix el recital d’una musicalitat particularment enganxosa i atractiva. Parla amb el pati de butaques, i va dibuixant una Espanya surrealista. Es pregunta des d’on es divisa Eivissa, i afirma que a Dènia no hi ha gardènies, entre d’altres disbarats, tot amanit amb un reclam circular i repetit: “España, España, qué nación extraña; España, dime qué entrañas”.

20 punts i mig. Però aviat quedarà Mattaruco oblidat perquè entra Bohdan Piasecki, des de Polònia, amb el seu discurs veloç, velocíssim, com si recités permanentment un embarbussament de bes, ves i ics. Com un huracà, captiva amb la llengua i els ulls dels espectadors quasi no arriben a llegir la traducció simultània que li fa la pantalla del fons de l’escenari.

“Casi seguro es insoportable buscar música enmedio de un estruendo,
pero yo lo intento”

24 punts. I puja Michael James Parker, directe des del Regne Unit, amb el seu O frabjous day!. Els seus canvis de ritme contrasten amb la velocitat vertiginosa que Piasecki ha sembrat dins els cossos del públic. Fa servir les mans, fa pujar i baixar les estructures de les frases, tanca els ulls, es treu les ulleres. És còmic i sincer, té una veu bonica, molt anglesa. Parla molt clar.

25,3 punts. El portuguès Nilson Muniz, davant el micròfon, desconcerta. El seu és el deliri més delirant que ha pujat a l’escenari i ha envaït el hall del CCCB en tot el que va de nit. I ell es demana, en veu alta, en aquell portuguès tan musical, entre sorolls pertorbadors que surten de la seva pròpia boca, es demana llavors quin és el major deliri bo.

Ningú contesta. Continuen els sons. Prossegueix el deliri.

Un, dos, slam. 23 punts.

Llavors Salva Soler puja a l’escenari, i fa la millor al·lusió a Alícia al País de les Meravelles de tota la nit. El conill, nerviós, ha de sortir, el cau és el ventre, la pressa és l’imminent naixement, la por, l’aire, la pressió... S’encongeix, obre el pit, mou les mans. Parla de les regles del joc del món real. Parla de la seguretat del ventre. Del cau. De l’estrés. De la pau. D’un bebè que ha de néixer.

“Las regles del juego de los grandes.
Debes, debes, debes”

La sala explota d’aplaudiments i ressona la veu de Payaso Manchego cantant 27,1 punts.

Li toca a Kristóf Horváth, que des d’Hongria captiva amb un còctel de pes, ces, enes i kas. Agressiu, veloç, agre. Wonderland-absurdistan  rep 24,8 punts. El segueix Jee Kast, un belga que parla en anglès amb una llibreta a la mà. La seva expressió facial és captivadora, sorprenentment comunicativa. Es mou molt, surt corrent de l’escenari. Mateixa puntuació que Kristóf. S’olora un empat.

El darrer torn abans del descans és per Isa García. Porta un vestit pàl·lid de tall de nina. Involuntàriament, Alícia recorre el cap. Llavors, parla. I amb una veu forta, segura, una vocalització impecable i uns gestos facials infinitament cuidats, dibuixa un desvari en forma de setmana girada, en forma de somni i cordura. En forma d’Alícia adormida i desperta.

“Hay un silencio sentado en la silla
que me observa con una sonrisa de carcajada”

26,9 punts. Descans.

Després de l’actuació de Set sentits, la ronda final es desenvolupa en aquest ambient proper del hall del CCCB. “És un lloc càlid, és una situació propera, quasi familiar”, diu Jee Kast. “I el més curiós potser és parlar en una llengua que no és la materna de la gent que t’escolta; i en el meu cas que ni tan sols és la meva pròpia.”

Kristóf Horváth, Jee Kast, Michael James Parker, Isa García, i Salva Soler que, imparable, aconsegueix uns espectaculars 29,1 punts.

L’auditori embogeix i demana més. Payaso Manchego corrobora la demanda i insta el guanyador a delectar de nou el CCCB. Amb l’ajuda del públic, tria per fi i parla de l’aire.

“Ser todo sin ser nada”, ens diu.

Però aquesta nit Salva Soler està molt lluny de no ser res. Ha guanyat el Gran Slam Barcelona i li cau una gota d’aigua salada de l’ull.


Com Alícia. Al País de les Meravelles.


Nuria Ribas Costa

Los hijos del libro total

El mundo del Libro de Artista es un gran desconocido hoy en día. La feria Ars Libris en Barcelona es una de los escaparates más importantes a nivel estatal de esta corriente artística, y en ella se hace patente esta ignorancia generalizada en el seno de la sociedad. Los tirajes pequeñísimos, las ediciones limitadas y los productos únicos son las manifestaciones más habituales de estos libros, que se alimentan de un tronco común: las historias por contar.

Era una librería de esas con muchos colores y formas. Natàlia se adelanta y nada más entrar en Loring Art le pregunta a la dependienta por lo que estamos buscando.

-Sí, mirad. Bueno, lo cierto es que ahora mismo no tengo muchos. Habíamos tenido una gran exposición hace un tiempo, y entonces sí que los había de todo tipo. Ahora nos quedan cosas sueltas, propuestas menos…espectaculares, si queréis llamarlo así.

Nos conduce a un estante que hace esquina y nos muestra una vidriera con libros muy especiales.

-Estos son de una artista que se dedica a manipular libros antiguos, normalmente cuadernos de colegio de refuerzo de matemáticas u otras asignaturas. Los abre y hace cosas así en las páginas.

Le tiende uno a Natàlia, que pasa las páginas con cuidado. Cada dos o tres aparece un relieve hecho con cartulinas de colores, formas de partes del cuerpo y otras ideas sorprendentes.

-¿Y esto es un libro de artista?

-Sí. Pero también lo es este otro.

Nos muestra un librito pequeño, de tapas azul marino y bordes dorados. Es una recreación de una de las ediciones del Génesis más famosa. En el interior, sólo tres sílabas: bla bla bla.

El concepto es lo suficientemente amplio como para que quepan en él estas ideas. Sin embargo, no son estos libros de artista propiamente dichos, precisamente porque un libro de artista pueden ser muchas cosas.

Cuando a finales del siglo XIX Stéphane Mallarmé daba forma a su proyecto de “libro total”, poco podía imaginarse lo que se llegaría a hacer desarrollando aquella idea. De la misma manera que los libros manipulados que nos muestra la dependienta de Loring Art, la idea del poeta francés era crear una obra sorprendente, un libro de páginas libres.

Definir esta idea es, sin embargo, tarea harto compleja. María Isabel del Río Sánchez, historiadora del diseño y documentalista mallorquina afincada en Barcelona, comenta en su artículo El Libro de Artista. Entre el mundo de la Edición y el Galerismo que la búsqueda de la definición de un experto debe pasar ineludiblemente por Anne Moeglin-Delcroix, profesora de Filosofía del Arte en la Universidad de la Sorbona en París. Según esta erudita, en los libros de artista confluyen tres características: la búsqueda de una forma de expresión, la huida de la exclusividad y la sofisticación y la frecuente condición de editores de sus autores.

El común denominador es, quizá, la historia. Que haya algo que contar: ya sea un sentimiento de profunda tristeza, desamparo o felicidad; un cuento infantil, o una idea innovadora. El cómo es ya el espacio para la libertad, corrobora Laia Jou, ilustradora, autora y artista: “siempre debe haber detrás una reflexión, un camino por explorar por parte del autor.”

A propósito de la definición, existe también el debate. Nos lo ilustra Martí Guinovart, de Tinta Invisible Edicions, cuando visitamos su taller en el corazón del Raval barcelonés. Mientras pasa las páginas de una preciosa obra de Enric Casasses, Pascal Comelade y Perejaume, nos dibuja las líneas maestras que intentan esclarecer el turbio concepto de libro de artista.

Existe, nos dice, una tipología. Por un lado, el libro intervenido, manipulado. En él, el artista trabaja sobre un libro tal y como lo conocemos: una obra con cubiertas y hojas de papel. Pero por otro lado existe el libro objeto. Ésta es una creación mucho más libre y adopta formas muy diversas que pueden no tener absolutamente nada que ver con un libro convencional.

Mientras nos intenta definir este último término, se inclina hacia la derecha y coge una caja de metal con letras rojas en la cubierta. La abre y saca tres láminas de vidrio en forma de tríptico con sendas manchas de sangre en el medio grabadas al chorro de arena. Vienen envueltas en una cobertura de fieltro en la que se leen las mismas tres palabras que en la caja plateada que lo contenía todo: Déu, Ciència i Llibertat.

“Esta es una obra de Joan Fontcuberta i Vicenç Altaió. Es un ejemplo perfecto de lo que os comentaba: se trata de un libro, pero es una obra completamente innovadora en la que todos y cada uno de los detalles han sido pensados milimétricamente para transmitir algo”.

Natàlia asiente y baja las escaleras para explorar las entrañas del taller. Es un precioso espacio cubierto de utensilios de pintura, edición y grafismo. Camina lentamente y absorbe cada detalle con sus brillantes ojos color avellana. De repente me suelta:

-Los libros de artista son como este taller. Hay espacio para todo, la gente sabe hacer de todo, y se intenta jugar con todo. Se busca llenar los recovecos y cubrirlo todo de significado, pero a la vez se huye de la exquisitez.

-Y se quiere decir algo. Hay una idea, un hilo conductor. Eso es importante.

-Pero a partir de ahí el camino es libre. No hay límites.

-Es una preciosa y tentadora filosofía.

-Sí, lo es.



Nuria Ribas Costa

Artículo publicado originalmente en El Corso: http://elcorso.es/los-hijos-del-libro-total-de-mallarme/