El pasado sábado 20 de
julio tuvo lugar en el Baluarte de Sant Pere en Dalt Vila, Eivissa, un Homenaje
Joven al poeta isleño Marià Villangómez. Jóvenes, niños y adultos subieron al
escenario mostrando una devoción largamente cultivada o recién descubierta por
un poeta cuyas líneas denotan un amor puro por la propia tierra.
Yo misma tomé parte en
dicho Homenaje, y puedo constatar que resultaba curioso estar haciendo una
llamada al amor a la pureza de la isla, un reclamo y un grito de lucha hacia lo
que ha sido nuestro, mientras al mismo tiempo resonaban en las cabezas de todos
los participantes barbaridades tales como ataques a la playa de Benirràs,
retrocesos alarmantes de la lengua propia o amenazas de tal calibre como
prospecciones petrolíferas en los alrededores de la isla de Ibiza.
Escribo ahora desde el
césped de mi casa, con los oídos a punto de explotar gracias al atronador grito
de las cigarras. Y pienso que ojalá nuestras voces puedan llegar a ser tan
molestas, repetitivas, duras e ineludibles a oídos de los que,
desgraciadamente, tienen en sus manos el poder de destrozar un paraíso mediterráneo
con solo un asentimiento de cabeza.
En 2010, el Gobierno de
José Luis Rodríguez Zapatero aprobaba unos convenios con la empresa de energía
irlandesa Cairn Energy autorizando prospecciones petrolíferas en el Canal de
Valencia. Esta lengua marina de 400km de longitud, entre la comunidad que lleva
dicho nombre y la isla balear de Ibiza, es, como parte del Mediterráneo, hogar
de una gran variedad faunística y floral.
Tres años después, Cairn
Energy anuncia como fecha de su primera perforación petrolífera exploratoria el
año 2015, no sin dejar antes un mensaje
glacial: una campaña sísmica en el invierno 2013-2014.
Dicha actuación
consistirá en una búsqueda de petróleo por métodos sísmicos, utilizando
detonaciones submarinas que generarán ondas de resonancia, permitiendo conocer
la composición de la roca en el fondo marino.
Ya no sólo las
prospecciones en sí sino la campaña energética en conjunto produce náuseas. Un
“sí” de un Gobierno cuya actuación es una declaración de intenciones: money makes the world go round. O eso
decían. Y parece ser cierto, porque no existe explicación racional posible que
sostenga la autorización que pesa, desde hace tres años, sobre un agitado
Mediterráneo.
En primer lugar, la
peligrosidad del proyecto en su conjunto es, evidentemente, de un alto nivel.
Pero la inminencia ha jugado a favor de los que han decidido movilizarse. La
Comisión Balear de Medio Ambiente trató el pasado 4 de junio el impacto
medioambiental de la campaña sísmica, constatando que Cairn Energy pretende
operar a 249decibelios, cuando el 180 es el nivel de intensidad acústica a
partir del cual son posibles daños irreversibles en cetáceos y tortugas
marinas.
Efectos atroces sobre la
pesca o escalofriantes cetáceos náufragos en el litoral son sólo algunas de las
consecuencias de dicha campaña, cuya cercanía en el tiempo alerta a toda la
población.
En segundo lugar, las
secuelas negativas de tan desafortunado proyecto energético golpean también la
esfera económico-social. El gasto económico en caso de incidentes sería, indudablemente,
devastador. Teniendo en cuenta la dependencia de la isla de Ibiza del turismo,
cualquier fallo –que siempre existen, como declaraba el President del Consell
d’Eivissa Vicent Serra– implicaría una disminución del valor turístico de la
isla.
Nunca es recomendable el
basar una opinión en condiciones y sucesos cuya seguridad no es total. Por otra
parte, se dice que la libertad consiste en la capacidad de tomar decisiones y
atenerse a las consecuencias de las mismas, para lo cual deben haberse estudiado
éstas previamente.
Tal vez en el caso de la
decisión gubernamental que llevó a autorizar las prospecciones petrolíferas en
el Canal de Valencia, ahora hace tres años, no se siguió este proceso. Sea como
fuere, a día de hoy, con una campaña sísmica devastadora a la vuelta de la esquina, quizá sea el
momento de replantearse la moralidad de aquella decisión.
Rechazaba el Tribunal
Supremo el recurso contencioso-administrativo presentado por la Generalitat
Valenciana por carecer de rigor técnico y faltarle fundamentos jurídicos. ¿Es
que es necesario andarse con consideraciones técnicas cuando la Ley misma se
basa sobre el principio de la buena fe?
Siguen cantando las
cigarras. O gritando, mejor dicho. Por favor, qué pesadez de sonido.
Y sigo pensando que ojalá
pudiera yo conseguir algo con la voz. Porque parece que es, ahora ya, lo único
que nos queda. Decía Villangómez que “a ver si entre todos enaltecemos nuestra
lengua”. Y digo yo: la lengua, la cultura, la isla, las raíces.
Entre todos.
Luchemos.
Aquests homes lluitaren,
vull dir els avis dels avis,
i també damunt aquestes feixes es va sembrar la
sang.
La dura mà empunyava les eines i les armes.
Defenien la vida, la collita, els seus escassos
béns.
Pagesos i soldats, tot era una tasca única:
clavar la rella en la terra o el coltell en
l'enemic.
Portaven aquells segles en l'entranya
l'armada incursió i la secada hostil.
Pel mar venia la tempesta
i la nau enemiga com un núvol irat.
Dins ells tenien la ràbia i la por,
lluitaven, s'amagaven,
eren homes valents.
Hagueren de fer compatibles amb la feixuga feina
les hores de la gresca, de la rialla i de l'amor.
La mort els envestia per tots costats, aclaria
les espesses brostades. Era igual
morir de la lpesta, de fam, negats o en plena
lluita.
Tal vegada la guerra tenia un altre prestigi.
I aquells homes anaven al combat. Ells sabien
almenys que defenien un tros de terra, una casa,
allí a la vora,
el pa de tots, dins el rebost o a l'era,
i això els decidia a la mort.
Acceptaven, sense saber, un secular martiri:
ni tan sols crien que allò es pogués fer acabar.
I a més els homes es coneixen lluitant,
i és bell vanar-se d'una força ardida,
i les armes poden prendre un estrany fulgor a les
mans.
El combat, Marià Villangómez i Llobet
Nuria Ribas Costa